> en tránsito

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Desde qué orilla nos situamos para pensar o considerar qué dimensiones nos determinan como Comarca y cuáles nos divorcian tajantemente. Viedma, capital de la provincia de Río Negro. Patagones, el último partido de la provincia de Buenos Aires. Este portal de la Norpatagonia posee una constitución compleja cuya trama elucidamos a través de lógicas creativas, imaginarios y visiones comunes brotadas en el campo de la cultura en tanto geografía de las relaciones sociales, políticas, ambientales y económicas.

No resulta simple situarse para pensar la naturaleza del propio flujo. ¿Qué la determina, qué la influye como Comarca?, ¿de qué cuestiones se vale para constituirse y de qué variables depende? Las geografías son diferentes: Viedma, la estepa; Carmen de Patagones, la barda. Una pulsando mar; otra, campo. El factor que las hermana no es pertenecer “a una misma familia”, sino la proximidad y la disponibilidad de los recursos (políticos, económicos, sociales, académicos, comerciales, turísticos y más) que ambas ciudades detentan. Estos recursos son cuantiosos partiendo de lo paisajístico, lo histórico, lo institucional y se reflejan en las producciones culturales sin ser estrictas las procedencias, no ostentan tensiones creativas en términos de competencias. Ambas ciudades se saben hermanas en la diversidad de sus valores culturales, en su reproducción, participación y gestión. Se producen y reproducen, se potencian y complementan en circunstancias aleatorias, no muy planificadas ni intencionadas (a excepción de los actos protocolares que las involucran).

Hablamos hoy y desde aquí, con un flujo continuo del río Negro que, muy cerca de las ciudades, confluye en el mar. La marea incide en subientes y bajantes, en una experiencia compartida. El movimiento Viedma/Patagones, Patagones /Viedma, hace que nada sea estático: todo discurre en mareas calmas o exaltadas, dependiendo del viento, el almanaque y de la circulación social y política. Existe una dinámica que circula con una fluidez propia de experimentar el sofocamiento administrativo de una capital productora de empleo público: en Viedma, la cultura se cuela por las grietas y los intersticios tratando de emanciparse y no siempre lo logra. Patagones goza de una distancia de su centro de gestión política, a la vez es cabecera de partido. Esta situación, en ocasiones, crea una hibridez en las prácticas culturales y, en otras, una identidad asentada en la cultura occidental. En ambas, la cultura está de la mano de artistas, productores culturales, organizaciones sociales, grupos independientes. El Estado acompaña y propone tibiamente. En tal caso, no es lo mismo en Viedma que en Patagones por las diferentes estructuras, aunque lograr generar una acción política que dé lugar a una relación franca de co-producción de la cultura local/regional, que permita la expansión natural de los grupos sociales en sus manifestaciones culturales, es una proyección con escasa potencia.

Actualmente vivimos la floración de espacios y acciones artístico culturales nuevas, producto de la pandemia que propició un movimiento poblacional inusitado, de sujetxs culturales que dan otra vitalidad y exigen nuevas acciones estatales en la Comarca, hacia una configuración de las relaciones con las instituciones públicas, signadas por las garantías de libre cultura como otra forma de pensar la política sociocultural. Esta reciente demografía interpela hacia el interior de las instituciones, exige modelos de gestión que perciban las nuevas sociabilidades, identidades, territorios y comunidades, para el fortalecimiento de valores de colectividad, pertenencia y solidaridad. El aparato estatal no entra en este ritmo. Nuevos espacios de arte y cultura independiente han surgido en estos tiempos, descentralizando la potestad muy propia de la cultura pública.

Estas polifonías suenan como un manifiesto cultural de la Patagonia re encontrada.

Cynthia Lupia